Cuando el mar se seque
y el sol deje de brillar,
ese será el día
en que yo te deje de amar.
Si tuviera que hacerte un regalo,
te regalaría un espejo,
porque después de ti,
lo más bonito es tu reflejo.
El cristal de mi ventana
lo empaño con mi aliento,
en él escribo tu nombre y
después lo borro a besos.
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